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Trabajos de Fantasmas

1

En un pueblo llamado Disdenboll había 20 perros, 60 niños, 10 mil adultos y 7 mil fantasmas.

El pueblo se dividía entre humanos y fantasmas. La mitad del pueblo era de los humanos y la otra mitad de los fantasmas.

Entre los fantasmas había espectros y fantasmas malos; y espectros y fantasmas buenos. También había espectros y fantasmas reales; y espectros y fantasmas falsos, pero todos eran fantasmas (incluyendo a los espectros).

Yo me llamo Sebastián Asusto, soy un niño fantasma y tengo 200 años. Sé muchas cosas que los fantasmas de mi edad no saben; sé volar, sé nadar pero lo que más me gusta es modelar. Mamá es una humana y mi papá un fantasma. Vivimos justo en el medio de los dos mundos. Mi papá trabaja de asustador, pero sólo asusta perros porque a mi mamá no le gusta que asuste humanos como ella. Mi mamá trabaja de abogada, pero no atiende casos sobre fantasmas porque mi papá odia que condenen a los de su especie.

Mi papá quiere que siga su carrera y mi mamá que siga la de ella. Juegan partidos de “Asustidumbre” (un juego muy popular entre los fantasmas) o de “Dominó” (por si no lo conocen, es un juego muy popular entre los humanos) para decidir de que voy a trabajar.

Yo no quiero trabajar de eso porque, como ya les conté, quiero ser modelo, quiero tener fama, admiradores y, como a “todo mundo”, no me molestaría poseer una buena fortuna.

Mientras mi mamá se va a los viajes por trabajo, mi papá me lleva a la academia Asustiva. Ahí te enseñan a asustar animales, humanos, niños y hasta a objetos. Y mi mamá, mientras mi papá no está, me lleva a la escuela de leyes donde te enseñan a ser un buen abogado.

Pero yo no quiero asustar ni quiero resolver casos, yo quiero modelar trajes de baño, ropa y de todo. Por eso, de vez en cuando, en vez de ir a la escuela me rateo y voy a la escuela de modelaje. Eso es muy peligroso porque las escuelas de modelaje están en la mitad humana y yo soy un fantasma. Sólo voy un rato para que la fantaestra me ponga un tarde (a mis papás les digo que perdí el automonstruo) para ver como hacen los modelos. Por ahí, también practico un poco.

La fantaestra (la maestra de fantasmas) siempre me reta pero yo quiero seguir haciendo eso hasta que pueda decírselo a mis padres.

2

Un día mis padres me dijeron que se estaban peleando por mi futuro trabajo y que querían escuchar mi opinión. Yo no supe que decir. Lo único que me salió fue –mo… modela...– mis padres me miraron con cara de ¿qué…?

Tomé aire y dije:

–Yo quiero ser modelo, quiero modelar– y mis padres me miraron con los ojos del tamaño de unas pelotas de fútbol. Yo asentí y sonreí tímidamente. Mis padres no lo podían creer.

Yo no sabía si haberle dicho eso a mis padres había sido una decisión correcta pero ya lo había hecho y la máquina fantasma del tiempo quedaba muy lejos. Mis padres seguían pensando en lo que dije.

Un día, dos o tres semanas después de la charla mis padres me pidieron que me siente y me dijeron:

–Nosotros te vamos a ayudar a cumplir tu sueño –empezó mi papá–...

–Pero necesitamos que nos digas exactamente qué es lo que querés –continuó mamá.

Yo tomé valor y dije:

–No es muy difícil: yo quiero modelar. El único problema es que las escuelas de modelaje están en la parte humana de la ciudad.

Mis padres se empezaron a quejar. No podían creer que no hubiera escuelas de modelaje para fantasmas. Después de un rato, a mi mamá (como a buena abogada que es) se le ocurrió demandar al municipio del los humanos por discriminar a los fantasmas y no permitirles modelar.

3

Apenas pestañeé, mi mamá agarró el teléfono llamando al juez Barguez (el juez que se haría cargo del caso). Apenas cortó, se dio vuelta y dijo:

–Me dijo que le mande el caso por gmonster y en dos semanas me avisará si lo toma–.

Mi mamá envío el caso y tres semanas después todavía no había recibido una respuesta del juez.

–Sebastián, volá para acá que tenemos respuesta del juez– escuché gritar a mi mamá desde su alcoba. Salí volando de la mesa y, cuando llegué, mi mamá empezó a leer: “Estimada Sra. Asusto. Me gustaría informarle que su caso ha sido aceptado. La veremos en la corte en una semana, el 22 de Gohst del 13.567 (y medio).”

Apenas mamá terminó de leer el mail empezamos a pensar que técnicas, evidencias y etcéteras usaríamos en el caso. A papá le tuvimos que explicar bastante de política, pero yo ya había ido a la escuela de layes muchas veces (23.444 para ser exactos). Me sorprendí cuando noté que esos días de estudio legal servirían de algo.

A noche no pude dormir hoy es el juicio, y estoy muy nervioso.

– ¡¡¡¡Mamá!!!!, ¿qué ropa me pongo para el juicio?– le grité a mi mamá desde mi alcoba.

–Pará, ¡¡¡¡que yo también me tengo que poner elegante!!!!– me respondió ella. –Para que ya voy, ¿dale? –siguió.

–OK– le respondí.

Esperé un rato hasta que mi mamá vino y me dijo:

–Ponete tu corbatonstrua roja, con tu fantasmisa blanca que hace juego con el pantalón que te traje de la ciudad humana y el saco de Europa. Ah... y no te olvides de ponerte el chaleco que la abuela te trajo de Italia.

4

–¡¡¡¡¡¡¡Apurate amor que vamos a llegar tarde al caso!!!!!!!– le empezó a gritar mi mamá a mi papá.

–¡¡¡¡¡¡¡Sí papá, apurate!!!!!!! continué yo.

De repente mi papá estaba entrando al auto y se veía muy arreglado con corbata y todo lo que le obligaron a ponerse.

–¡Acá!– dijo mi mamá –llegamos– continúo ella.

Yo estaba paralizado como una estatua y no me podía mover. Tenía miedo de no acordarme nada de lo que habíamos estudiado, me sentía como si estuviera a punto de hacer una prueba en la academia Asustiva.

Salí del auto y me fui acercando poco a poco a la corte hasta que de repente estaba dentro de ella. Me quede congelado no podía hablar, moverme ni nada casi no podía respirar.

Todos estaban serios y mi ropa era gris y aburrida. Yo prefería vestirme de payaso que estar con esa ropa. En el tribunal había un juez que me dijo

–Tú eres el fantasma modelo ¿no?

Y yo levante la cara y con voz muy bajita dije:

–Sí...

El juez me sonrío y me dijo:

–Soy el juez Barguez y me haré cargo de tu caso, pero necesito que me digas por qué acusas al municipio–.

Yo ya había entrado en confianza y le respondí de una manera segura y sin timidez:

–Los acuso de discriminarme, ellos no me dejan ser modelo. Modelar es mi sueño, es lo que más quiero y me gustaría modelar aunque sea un fantasma.

El juez Barguez entendió que era lo que quería y casi gritando dijo:

–Empieza el caso todos a sus lugares.

Y todos tomaron asiento.

Me encantó como se sentaron todos. Es como si el juez tuviera el control del mundo del tribunal. Ese día fue muy bueno: el juez no era como pensaba. Yo creía que iba a ser un viejo amargo, que solo dijera que no s todo, pero era un joven rubio de 20 ó 25 años, tenía ojos celestes, pero no era nada inmaduro, tenía todo bajo control.

Mi mamá se puso seria y miró al juez. Se hizo un silencio intenso y mi mamá con un poco de nervios dijo:

­–Sr. Juez: me permitiría explicarle el caso.

­El Juez alzó la cabeza y dijo:

–El caso ya lo revisé. Por primera vista me parece que UD. tiene mucha razón y que los fantasmas tienen derecho a modelar igual que todos.

Mi mamá recuperó la confianza y el Juez, con una sonrisa, dirigiéndose a mi mamá dijo:

-Sr. Representante del municipio, tengo que hacerle una pregunta. ¿Por qué no ponen escuelas de modelaje para fantasmas?

El abogado que representaba al municipio se paró y casi gritando dijo:

–¡Nosotros no toleraremos que los fantasmas nos roben costumbres nuestras!; ¿qué harían los venezolanos si nosotros empezamos a tener mucho petróleo? Entonces, ¿qué haríamos nosotros si ellos empezaran a model…

Antes de que el señor terminara de decir la palabra mi mamá gritó:

–Objeción.

El Juez la miró y le dijo:

–¿Qué quiere decir?

Mi mamá dijo:

–Quiero decir que no puedo creer lo que dicen. En su mundo, en el mío, no nos destacamos por el modelaje, nos destacamos por los alimentos sanos y ricos.

El juez lo pensó y se dio cuenta que mi mamá tenía razón. Pasaron horas de aburrimiento escuché mi nombre y mi mamá me dijo:

–Te están llamando al estrado.

Yo me desperté de mi sueño, y dije:

–Ahí voy mami.

Me pare y fui al estrado, me senté y me empezaron a hacer preguntas, yo las respondía rápido, pero la que más tardé fue en la última.

-¿Por qué querés modelar?

Yo pensé y respondí:

–No tengo razones. Mi corazón y mi cabeza me dice que es lo que más me gusta.

El Juez sonrío y dijo:

–Ya no hay más vueltas. El caso se cierra acá. La abogada Asusto ganó el caso declaro al municipio culpable.

Golpeó la mesa con el mazo y mi mamá se me acercó. Cuando llegó a mí, me dijo:

–Después de todo este tiempo vas a poder modelar.

El Juez el dio un papel con lo que tenía que hacer al defensor del municipio.

5

Mi mamá me levantó al otro día a las seilobos (seis) para ir a inscribirme en mi escuela soñada.

Media hora después de haber llegado no lo podía creer: era grande, con pasarelas de verdad, trajes hermosos, etc.

Todos me miraban de reojo y yo tenía mucha vergüenza. Estaba apunto de llorar de alegría cuando de repente un guardia de seguridad dijo:

–Acá no entran fantasmas ni ningún tipo de monstruos.

Mi mamá no lo podía creer y sacó rápidamente sus papeles de la cartesma y se los mostró al policía. El policía, con mirada de derrota, dijo:

–No podré hacerle excepciones.

Mi mamá me llevó a casa y se puso a gritar, se puso más caliente que la lava. Yo estaba en un rincón de mi casa sollozando, porque algo que me gustaba hacer hizo toda una escena más grande de la que un niño puede llegar a hacer.

Mi mamá estaba más caliente que yo. Mi papá más caliente que mi madre. Yo me paré de mi rincón y fui a calmarlos. Empecé diciéndoles que ya estaba, que si el no modelaba era lo mismo. Pero mis padres no lo aceptaron. Dijeron que su hijo a modelar aunque fuera lo último que hicieran.

Yo tenía miedo de mi mamá. Yo la conozco y sé que ella puede llegar a hacer cualquier cosa. Y tenía razón.

Ella me disfrazó de niño y me llevó el primer día fingiendo que yo no era un fantasma. Ellos se lo creyeron y ese fue el mejor día de mi vida. Estuve aprendiendo a modelar, haciendo amigos y conociendo a verdaderos modelos.

Fue hermoso. Pero el día siguiente mi mamá me llevó sin el disfraz y yo no sabía que hacer, porque casi no nos dejaron entrar. Ella les había demostrado que el día anterior habían estado todo el día con un fantasma que quería ser modelo y que no había ocurrido ningún problema.

Pero ellos no lo tomaron tan bien y llamaron al querido juez Barguez.

Mi mamá le contó que la primera vez que habíamos ido no nos habian dejado entrar (un punto para mi mamá), pero los de la escuela dijeron que mi mamá les mintió el segundo día diciendo que no yo no era fantasma, que era humano (lamentablemente un punto para la escuela). El juez pensó unos dos minutos y dijo:

–La verdad es que yo ya había dado mi decicion de que el sí podía modelar, así que ustedes lo deben dejar modelar en paz. Y si la Sra. Asusto lo hizo pasar por humano fue porque ustedes infringieron la ley al prohibirle el modelaje.

Mi mamá sonrió. El juez siguió hablando:

–Así que desde hoy todas las personas pueden modelar, sean fantasmas, personas o cualquier cosa.

El juez legalizó todo y nos dijo que vayamos a casa y que mañana a la mañana empezaban mis clases.

Yo ese día no pude dormir de la emoción.

Pero mi papá me dijo que si no dormia bien no iba a poder modelar bien. Yo, al escuchar esto, me puse muy nervioso, pero mi papá se rió y me dio un beso.

Al día siguiente mi mamá y mi papá me acompañaron a la escuela de modelaje. En el camino nos encontramos con el juez Barguez, que insistió en acompañarnos por dos razones. La primera era que si no me dejaban modelar él iba a tomar en cuenta la ley. Y la segunda era porque, después de tanto esfuerzo, quería ver si yo modelaba bien.

Y yo espero conocer a todos los ídolos que veía en las revistas que mi mamá y mi papá levantaban por la calle.

Y ahora hago lo que me gusta. Tengo nuevos amigos y una gran historia para contarles a mis hijos y mis nietos.

No se me ven tan mal, como creen.

FIN